Terapia Craneosacral

  • El fundador de la Biodinámica Craneosacral fue William Garner Sutherland (1872-1954), un osteópata norteamericano que, descubrió que los huesos del cráneo no estaban fusionados como se le había enseñado en la escuela de medicina, sino que se movían y que este movimiento tenía una importancia fisiológica significativa.

Sutherland estudió en la primera Escuela de Osteopatía de Estados Unidos donde, como estudiante, le vino la inspiración mientras examinaba un cráneo desarticulado. Estaba mirando los huesos temporales cuando, de golpe  le vino un pensamiento: “biselados como las agallas de un pez para la respiración primaria”.

Desde esta intuición, siguió investigando hasta descubrir que la “respiración primaria” era, en realidad un movimiento de líquido expresado a través de todo el cuerpo humano, como una pulsación que puede ser palpada por manos sensibles.

Sutherland decidió que el término respiración primaría era el apropiado puesto que se produce antes que la respiración pulmonar (que, por lo tanto, recibiría el nombre de respiración “secundaria”). Estudios posteriores confirman esto, al demostrar que la muerte ocurre no cuando se detiene la respiración, sino cuando esta pulsación, llamada “el impulso de respiración primaria”, se detiene.

La anatomía es el lenguaje del cuerpo, y cada una de las partes que lo forman tienen su propio lenguaje, el cual transmite su estado de salud a través de impulsos rítmicos o movimientos respiratorios primarios.

Este impulso puede ser percibido como un movimiento respiratorio sutil en todas las estructuras que componen el sistema craneosacral (encéfalo, médula espinal, liquido cefalorraquídeo, meninges, huesos craneales, pelvis y sacro), y se transmite también a todos los órganos y tejidos corporales. Este movimiento se produce por una fluctuación del líquido cefalorraquídeo, que protege al sistema nervioso central.

El cerebro y la médula, al igual otros órganos del cuerpo, tienen motilidad (capacidad intrínseca de un órgano para moverse por sí mismo)

Por lo tanto consideraremos el Mecanismo Respiratorio Primario como el fenómeno de motilidad propia del sistema nervioso central que, mediante la fluctuación del líquido cefalorraquídeo, produce una movilidad rítmica de los huesos del cráneo y del sacro, que se propaga a todo el cuerpo.

Podemos hablar de 2 fases de este Mecanismo Respiratorio Primario de 10 o 12 ciclos cada minuto:

-La fase de inspiración, flexión.

-La fase de espiración, extensión.

Lo conforman las membranas meníngeas y huesos a los que éstas se insertan; el líquido cefalorraquídeo (que rodea y protege el cerebro) y la médula espinal. Además del cráneo (bóveda, cara y boca) y el sacro.

Dado que el cerebro y la médula espinal están dentro del Sistema Nervioso Central, es fácil comprobar que el SCS posee una marcada influencia sobre gran variedad de funciones corporales.

Mediante este método, el terapeuta en lugar de actuar sobre el cuerpo para modificar esta situación, sigue las señales del mismo que le indican cómo proceder.


Se  trata de una técnica  muy suave
 en la que rara vez el terapeuta aplica más de 10 a 20 gramos de presión. La terapia Cráneo-Sacral utiliza como instrumento de evaluación el ritmo de este sistema fisiológico para precisamente corregir las restricciones del tejido fascial. Para poder conseguir esto, se requiere de un contacto muy suave y sensible más que de una mano pesada.  

Un terapeuta entrenado puede percibir y testar el movimiento Cráneo-Sacral en cualquier parte del cuerpo. Obteniendo así, una gran información acerca de las diferencias cualitativas que presenta el movimiento en su amplitud, rango, simetría etc.            

A través de la sutil presión de las manos se intenta liberar estos patrones de restricción; al hacerlo, el cuerpo del paciente tiene la oportunidad de liberar ese patrón restrictivo y encontrar una nueva forma de organizarse.

Generalmente es necesario realizar una serie de sesiones para obtener todos los efectos beneficiosos que esta terapia puede ofrecer.